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LA PARADOJA DEL LÍMITE

  • Foto del escritor: EL SEGUNDO RENGLÓN
    EL SEGUNDO RENGLÓN
  • 12 oct 2018
  • 2 Min. de lectura

Situación hipotética: Nos encontramos en un trayecto aéreo, volando hacia algún destino de este hermoso planeta y una situación de emergencia toca nuestra puerta. Hay una despresurización de la cabina de pasajeros en nuestro avión y caen las mascarillas de oxígeno. Viajas en familia, con tus niños, o te ha tocado como compañero de viaje, un menor que viaja a tu lado.


¿Quién debe ponerse la mascarilla de oxígeno en primer lugar?


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Casi todos hemos estado atentos alguna ínfima vez, al protocolo de actuación en caso de emergencias que tan laboriasiomente interpretan los auxiliares de vuelo. Todos hemos remarcado que es el adulto, quien ha de primero ponerse la máscara de oxígeno y segundo, ponérsela al menor.


Y te preguntarás, ¿Por qué cuento esta historia? ¿Qué tiene que ver esto con los límites y su paradoja?


En esta historia, que a pesar de plantearse como hipotética, bien podría ser cierta. Y además de poder ser una historia real, puede reflejar un comportamiento cotidiano de la ausencia del límite, cuando los pasajeros de la vida, se saltan dicho protocolo de actuación.


Y qué mejor que un ejemplo más, para entender esta ausencia del límite:


Situación hipotética: nos encontramos con una persona que ejerce un rol de cuidado, pero no cuidado de sí misma, ¡ojo!. La tarea de cuidado se vierte en terceras personas. Hablamos en este caso de una persona exhausta, agotada, enfadada, colérica, desarmada y desempoderada. Sus tareas se centran en cuidar de las personas dependientes, en desarrollar roles que se enfocan en satisfacer al otro, las necesidades y exigencias del otro. Y cuando cae la noche, la única necesidad propia que puede satisfacer, es su falta de sueño, de descanso; que a duras penas llega a una constante de 5 horas diarias.


Esta persona, emite frases del tipo:


- ¡Primero mis hijos! ¡Primero mi familia!

- Ante todo soy la persona responsable/cabeza de familia.

- ¡Piensa en qué dirán los demás!


Y es ahora, cuando podemos enlazar las dos situaciones. En la primera, nos encontramos ante un escenario delimitado, en el que hay establecido un sistema de acciones protectoras, para el cuidado y la supervivencia. En el segundo, nos hallamos ante una proyección del descuido, el abandono por y para el otro, la entrega incondicional, la desprotección.


Si tenemos claro que en una situación de emergencia, primero nos ponemos a salvo nosotros mismos (en este caso, primero nos ponemos la mascarilla de oxígeno), ¿Por qué en nuestra cotidianidad, hacemos lo inverso y protegemos al otro, a priori y a toda costa, dejándonos vulnerables ante el peligro?

Sin duda, esta pregunta nos puede llevar a la reflexión sobre nuestros límites. Nos puede orientar al miedo latente que existe a establecer un margen hacia nosotros mismos. ¿Hasta dónde me lo permito? ¿Hasta dónde le permito al otro que llegue? ¿Hasta dónde permito que la situación se desarrolle?


La importancia del límite queda clara en la primera escena, pero ¿y en la segunda?

 
 
 

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© 2018 por Johnathan Soto Amaya. El segundo renglón. Psicología.

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JOHNATHAN SOTO AMAYA

Psicólogo colegiado

CV14884

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Correo electrónico: elsegundorenglon@gmail.com

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