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PALABRAS INGENUAS

  • Foto del escritor: EL SEGUNDO RENGLÓN
    EL SEGUNDO RENGLÓN
  • 30 sept 2018
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 7 oct 2018


La presunción ingenua de que conocemos el significado exacto de cada una de las palabras que nuestro gran almacen cerebral posee, es una de las mentiras más instaladas en nuestra sociedad.


Aprendemos por observación, experimientación, ensayo y error... Y es en este aprendizaje vivencial, donde se adquieren significados contextualizados de las palabras. Ahora bien, ¿qué significa un aprendizaje contextualizado?


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Cuántas veces no nos hemos encontrado ante la situación de tener que explicar el significado de una palabra (como sucede cuando un niño pregunta ¿qué es eso?) y hallarnos con la famosa sencación de "lo tengo en la punta de la lengua" o incluso hacer uso de palabras comodín que tienen un significado tan ambiguo.


Y es que en numerosas ocasiones, tenemos la impresión de que sabemos exactamente de lo que hablamos, del uso que le damos a las palabras; pero vacilamos ante el requerimiento de dar una definición concreta del significado y significante, recurriendo a la ejemplificación y a una descripción del uso de la palabra, más que al detalle del concepto.


De ahí que hablemos de palabras contextualizadas, de vocablos sujetos a condiciones como la situación en la que se da, la persona que la emite y el ente que la recibe, la interpretación y la vivencia (transcurrida en el pasado, sujeta al presente o proyectada en el futuro) con la que se conecta, etc.


“Hablamos con tanta propiedad de nuestras palabras, que llegamos a creer en su significado totalitario, absoluto e irrefutable. ¡He ahí nuestra utopía cotidiana!.”


Este carácter absolutista de nuestras "verdades" cala hondo en la psique, condicionando nuestras respuestas ante el contacto intrapersonal, moldeando y modelando patrones de conducta que asumimos como naturales, verdaderos e incuestionables.


Emitimos juicios de valor como si se tratase de una cuestión tan natural e incuestionable como lo es el respirar. Juzgamos nuestras relaciones en base al significado que hemos dado a las palabras tanto emitidas como entendidas. Definimos y proyectamos nuestros sueños, objetivos, metas y planificaciones, como un autómata lleva a cabo las funciones para las que está programado.


¿Cuántas veces hemos puesto en juicio nuestras palabras? ¿Cuántas veces hemos sometido a valoración el significado de aquello que entendemos por cierto, natural e universal?


“¿Hasta qué punto hay universalidad en nuestras palabras, si ellas están sujetas a nuestra interpretación del mundo?”

 
 
 

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© 2018 por Johnathan Soto Amaya. El segundo renglón. Psicología.

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JOHNATHAN SOTO AMAYA

Psicólogo colegiado

CV14884

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