REFLEJO INCONSCIENTE

Camila respira hondo, intentando acallar sus palpitaciones desenfrenadas y esforzándose por no dejar diluir su alma...

Camila cuenta: uno... dos... tres... y llega hasta diez. El zumbido de un mosquito enrabietado consigue desalinear su mente, logra alborotar su cuerpo y revolver su respiración que ya no es pausada, más propiamente agitada.

Camila está al borde de un ataque de nervios, de perder los estribos de su tan correcta vida. Se halla a sí misma, frente al abismo de la ceguera irracional.

Mira a la persona qué tanto ha logrado sacarla de sus casillas, márgenes, parámetros del orden y fronteras de lo seguro; dejándola fuera de una zona de confort, quedándose desnuda y vulnerable.

Sus ojos ven en el otro, todo aquello que la hiere, la enoja, la excita hasta el punto de la locura.

Camila vuelve a contar: uno... dos... tres... cuatro... cinco... ¡Llega hasta el número cincuenta! Se marca un "home run" ante el oasis del control.

Camila ya no se sulfura. Ahora su corazón sigue un compás lento, sosegado. Su mente empieza a despejarse para observar que el otro, cuanto más lo analiza de cerca, más descubre que no es otro más que ella misma quien se mira ante el espejo.

¡Ay Camila! ¡Qué fácil sería si ese otro en realidad no fueras tú!

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